jueves, 16 de enero de 2014

Crónicas Cacheñas XIV

Catorce días, en menos de la mitad Dios creó el mundo, y en el mundo puso un majestuoso valle, elevado y polvoriento, que los humanos denominaron calchaquí. Allí se emplaza un pueblito que no llega a las tres mil almas, pero que irradian una calidez mayor que grandes multitudes. Al abrigo de ese calor entrené por catorce días, buscando encontrar algo distinto más cerca de las nubes. Fueron 24 sesiones que llevaron poco más de 26hs y que me hicieron recorrer 309 kilómetros para finalmente llegar al mismo lugar de donde salí. Corrí sin rumbo fijo, subiendo, bajando, girando, sintiendo que cada paso me acercaba más a la meta. Pero hoy al detenerme en la partida descubrí que no había nada nuevo al final del camino.
Hoy volvía a correr por el circuito “Cachi adentro” que tanta felicidad me dio al llegar, no encontré las mismas sensaciones, fueron otras, habían pasado cientos de kilómetros entre la primera vez y esta, fueron distintas; la primera vez disfruté al llegar, esta segunda al transcurrir. Y fue una metáfora del viaje; me mostró que la recompensa no está al final del camino, está en el camino, se obtiene recorriéndolo, no importa que tan lejos lleguemos, que tal fuerte vayamos, antes que quien arribemos, la diferencia está en cómo lo transitemos, en que tanto nos entreguemos, como abramos nuestros ojos, cuan dispuestos a vivir nos mantengamos al caminar.

Siempre habrá cuestas empinadas, pero en su cima descubriremos nuevos horizontes. Vendrán declives suaves o descensos abruptos, pero al final siempre la caída de detendrá. Las piedras ardientes se mezclaran con los arroyos refrescantes, el sol con las sombras, el día con la noche. 
Todo se nos presentará en el camino, el mundo se creó girando y así seguirá haciéndolo, sólo depende de nosotros como lo veamos girar en nuestro derrotero, somos estrellas fugaces en un firmamento infinito de un mundo que no se detiene, el cielo ya estaba antes de que llegásemos y seguirá estando al apagarnos, nuestro viaje es corto, nuestros sueños finitos, pero esa fugacidad los hace únicos, está en nosotros volar ciegamente hacía algo o disfrutar mientras volamos.

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