lunes, 13 de enero de 2014

Crónicas Cacheñas XI

Noche agitada, pero a nivel respiratorio. La peor desde que llegué, me costaba respirar, iba de suspiro a suspiro y llegué a pensar que no podría dormir. Por suerte al final el deseado descanso llegó. Pero a la mañana en el desayuno, Ezequiel, mi entrenador me dijo que seguramente se debía al cansancio acumulado y que evaluara al hacer las primeras pasadas si estaba para hacerlas todas o las dejábamos para mañana. Tocaban 10 de 800 metros en 2’40” (3’20”/km) con 1’15” de pausa. No sé si esa opción sumó o restó psicológicamente pero lo cierto es que me preparé para algo duro. Como estiré el descanso salí a trotar casi sin sombra, ya los últimos atletas se estaban terminando los entrenamientos matutinos y dejaban todo el ovalo para mí sólo.
Si bien la sensación no fue optima en la entrada en calor, pero quería que saliera el entrenamiento hoy así me daba tiempo a hacer unas pasadas más rápidas el miércoles antes de irme. Mentalmente lo organicé en un bloque de tres, otro de cuatro y un último de tres. Suponía que las primeras tres saldrían relativamente fácil, en las cuatro del medio era donde aparecerían las dudas y habría que ser mas fuerte mentalmente y al llegar a las tres últimas tendría el envión del final y el entrenamiento estaría casi listo. En la práctica no fue tan así, la segunda se sintió un poco y ya la tercera costó bastante, pero la pausa alcanzaba justo para volver a largar tan cansado como en la anterior y así se fue repitiendo pasadas tras pasada. Hidratandome en casi todas las pausas, sentía que si bien iba casi al límite, no llegaba a tocarlo y siempre quedaba una pequeña reserva. El juego mental funcionó y una a una fueron quedando atrás hasta llegar a las tres últimas en donde casi involuntariamente salieron un par de segundos más rápidas que lo buscado. Casi dudé de volver a la calma, el sol se había adueñado por completo de la pista y se hacía sentir a pleno. Pero la alegría de haber concluido bien el entrenamiento más duro hasta ahora en Cachi me impulsó a terminar suavemente la mañana.
Los hermosos caminos que atraviesan la plaza de Cachi
Al llegar a casa sólo pensaba en descansar; comer y dormir era lo único que tenía en mente. Al despertar de la profunda siesta Ezequiel me propuso pasar el trote suave de la tarde para el miércoles que tenía un solo turno, por lo que aproveché la tarde para descansar, no solo el cuerpo sino también la cabeza. A paso lento y sin apuro me fui para Del Sol, nuestro restaurant de cabecera en frente de la plaza principal. El ritmo tranquilo de Cachi me relajó y me reconfortó, siento que vino muy bien la tarde libre y espero mañana volver a las dos sesiones.

Tres días de entrenamiento por delante, cinco sesiones que incluirán unas pasadas rápidas y un fondo largo, se empiezan a contar los kilómetros restantes. Y se disfrutan dobles.

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