Mirar al
frente siempre te va a llevar más lejos
Levantando la
mirada podemos encontrar mucho más que lo que tenemos delante. Ese simple gesto
trae muchos beneficios al correr.
Es común ver
en fotos o en lugares de entrenamientos a muchos runners con la mirada en el
piso, generalmente con la cabeza gacha. Si bien es un gesto reflejo para evitar
obstáculos al correr, principalmente en momentos o lugares de poca luminosidad,
y naturalmente nos previene de tropezones o caídas, esta precaución instintiva
muchas veces se ve trasladada a circuitos iluminados y perfectamente planos
como pistas de atletismos, calles o senderos pavimentados.
El simple
gesto de levantar la mirada tiene muchas ventajas que suelen pasar
desapercibidas. Repasemos algunas de ellas:
Desde la biomecánica
de la carrera nos predispone a una mejor inclinación del tronco, evitando
muchas veces una excesiva inclinación hacia adelante, con lo cual podemos
colaborar con un contacto inicial demasiado adelantado como así también puede
llevar a una posición avanzada de los hombros que cierre la brazada.
Desde lo
motivacional elevar la mirar y contemplar nuestro entorno puede traernos
satisfacciones, casi no conozco lugar para correr donde el piso sea más lindo
que el horizonte, ni que hablar de los lugares maravillosos donde no levantar la mirada es casi un pecado.
Ya con que haya un poco de verde o algo distinto para ver, mentalmente nos será
mucho más “liviano” ir descubriendo el paisaje que mirar cómo pasa el suelo
bajo nuestros pies.
Desde lo
social, si corremos en un lugar
frecuentado por otros runners sin duda es mucho mejor ver y saludar a
nuestros compañeros de deporte, compartir aunque sea con una mirada esto que
nos gusta tanto, transmitir que ambos disfrutamos de lo mismo. El running es
una actividad con un gran componente social, parte de eso se anula con solo
mirar hacia abajo.
Desde lo
competitivo una mirada clavada en la nuca del rival más cercano es de suma
importancia, mentalmente nos acerca mucho más en nuestras posibilidades de
alcanzarlo, incluso si estamos siendo alcanzados o sobrepasados, para nuestro
perseguidor es más alentador un atleta con la mirada perdida en el piso demostrando,
al menos corporalmente, menos señales de fatiga, que uno que busca desafiante
el horizonte. Mucho hay escrito sobre las transmisión que se puede hacer a través
de mantener actitudes corporales hasta que te conviertan en actitudes mentales,
y será motivo de un futuro post, pero puntualmente con el hecho de la mirada,
estoy convencido que una mirada optimista y desafiante que busca el horizonte,
incluso antes de largar la carrera, colabora fuertemente con lograr ese
optimismo y actitud a nivel mental, mejorando sustancialmente nuestro
rendimiento.
Con solo
extender levemente nuestro cuello al correr se nos puede revelar un nuevo
mundo, los invito a descubrirlo.