jueves, 29 de agosto de 2013

Empieza mi reto en pista. Carreras en el CeNARD temporada 2013

Primer carrera en el CeNARD de mi temporada.

¿Correr desde Salta hasta Buenos Aires parece mucho? 

Casi mil quinientos kilómetros; no son tantos cuando el camino se disfruta.

Esa es la distancia que corrí en estas catorce semanas de preparación para llegar a mi primer carrera en pista de la temporada. Fueron 130 sesiones y  miento si digo que fueron marcadas por el sacrificio, la lucha, el sufrimiento. Realmente disfruto mucho entrenar, busco el placer en el camino no solo en la llegada; entreno con amigos, en lindos lugares, planificaciones entretenidas, cuidando mi cuerpo. Eso no quita que en entrenamientos puntuales busque mi limite, pero consciente de que el motivo es disfrutarlo, no solo bajar unos segundos un domingo.

Mis temporadas duran unos seis meses, buscando el mejor rendimiento al final de ciclo. El objetivo en este semestre, al igual que en los últimos, es mejorar mi marca personal en los 10.000 m. En la primera mitad del año la vara quedó en 32’38” con los cuales pude conseguir el campeonato metropolitano de 10.000m. En lo que queda del año habrá dos pruebas de esa distancia en el CeNARD, una en la Copa Nacional de Clubes, a finales de septiembre y la otra a finales de octubre. Pero la primer cita, como para empezar a calentar motores, la tengo este sábado 31 de octubre a las 15:45hs en la distancia de 5.000 metros. La idea es volver a tomar contacto con la pista en la cual no compito desde inicios de mayo, evaluar cómo me han dejado todas estas semanas de entrenamiento y retocar lo que haga falta en vistas al primer diez mil.



Aún quedan casi dos días para que cierre la inscripción y ya somos más de cuarenta anotados, un gran número teniendo en cuenta que no podemos largar mas de 20, 25 atletas juntos ya que sería muy engorroso el evento, por lo que habrá que hacer por al menos dos series o quizás tres, para luego armar la clasificación general en base a los tiempos de cada corredor. Eso es bueno ya que asegura un buen número de atletas del mismo nivel, lo cual es fundamental para poder sacar lo mejor de cada uno. La pista tiene solo 400 metros de recorrido por lo que una brecha de apenas 100 m con respecto al corredor que nos antecede parece un abismo y genera la sensación de que casi estamos corriendo solos, lo cual es una carga psicológica extra. Sin duda un nutrido número de atletas es un excelente ingrediente a la hora de cocinar un buen tiempo.
Mi estrategia será salir a ritmo de 3’05” por kilometro, o sea, 1’14” por vuelta, y ver si estoy en condiciones de aguantar ese ritmo los doce giros y medio. Por mucho que se entrene hay cosas que no se saben hasta el día de la carrera. Y realmente estoy ansioso de ir a descubrirlas este sábado.


Las zapatillas que me acompañarán en este primer reto serán las Asics Gel Lyte 33 cortesía de  la tienda running PegasoPatagonia -a quienes les agradezco su apoyo-, estás zapatillas son livianas y ligeras, sinceramente no son las que utilizo frecuentemente, pero me han respondido bien y para estos 5.000 metros no necesito tanta amortiguación, tampoco creo que vayan a marcar una diferencia extrema en cuanto a reducir mis tiempos, la verdad no lo se, soy escéptico en este asunto, y está será la primera vez que las voy a poner a prueba.     



Los espero la próxima semana para contarles como me fue.

Ezequiel Brahim

martes, 27 de agosto de 2013

Podio Argentino en la Maratona do Río 6k 2013

Mi primera carrera en el extranjero (2da parte).

Un ola de piernas y brazos me empuja, me lleva, me lanza hacía esa recta larga y ondulante que es la Avenida Infante Dom Henrique que bordea la playa de Flamengo. En una explosión de adrenalina contenida todo empieza y todo está por escribirse, dentro de una fiesta verde amarela yo espero escribir mi historia en español.

Con seis semanas de pretemporada a cuestas, mis piernas disfrutan más de la resistencia y de la fuerza que de la velocidad que me está pidiendo esta largada; para los 3’04” que tardo en llegar al cartel del primer kilometro ya 14 atletas lo cruzaron. Si bien no es el inicio más alentador teniendo como objetivo subirme a un podio de cinco lugares, ya promediando el segundo kilometro noto que varios fueron víctima de una emoción inicial y comienzo a escalar posiciones rápidamente. 
 Poco a poco se empieza a aclarar el panorama sobre quienes realmente vamos a dialogar en la punta. El primero marcha cómodo, alejado ya a unos 40 metros del compacto pelotón que incluye al segundo, tercero y cuarto. Por mi parte, en gran medida “aconsejado” por mi entrenador que me sigue a prudente distancia en bicicleta, mantengo este ritmo que me sofoca para conectar a quien en ese momento marchaba sexto y concluimos juntos el segundo kilometro en 6’10”. Sobrepasamos al quinto y antes de llegar a la mitad de la competencia y largarnos al retome en U que quiebra el circuito ya está claro como nos presentaremos al final; el primero sigue ampliando su ventaja, el pelotón de tres atletas se ordenan esperando el final y yo me acomodo el ritmo cómodo al que me invita mi ocasional compañero de competencia, la velocidad crucero se estanca en 3’18” por kilometro y siento que mi cuerpo se repone para el capítulo final.
A menos de dos kilómetros de la llegada escucho que me habla; entre su agitación por la carrera, mi distracción por estar concentrado en donde buscar el desenlace y el portugués que estoy lejos de dominar, no entiendo nada de lo que dice, pero instantes más tardes comprendo que ante la proximidad del último puesto de agua me pidió paso, o algo parecido, para abastecerse. No solo toma su vaso sino uno más para mí, no bebo en una distancia tan corta pero agradezco el gesto.
Debo reconocer que me presentó un pequeño dilema moral. A un atleta que me marcó el paso más de la mitad de la carrera, que me pide permiso y luego me ofrece agua. ¿Debo arrebatarle el puesto sobre el final de la prueba? Por otro lado está claro que no es solo un puesto, el que llegue primero de los dos subirá al podio, el otro lo verá desde abajo, es una pequeña gran diferencia. Por otro lado el espíritu de una carrera es dar lo mejor de sí y comparar eso con otras personas. Y más allá de eso hacía varios días que venía soñando con subirme al podio en mi primera carrera en el exterior, acompañado por mi entrenador quien casi nunca me ve competir y rodeado del marco único que da una ciudad como Río de Janeiro y veinte mil atletas reunidos en un evento deportivo como la Maratona Caixa de Río deJaneiro. 

Por lo que faltando unos 800m, cuando mi acompañante decide mirar su reloj (aún no entiendo para ver que), aprovecho esa brazada perdida y lanzo mi primer ataque. ¡Extrañamente vuelve a mirar su reloj!  E intenta seguirme, pero realmente me había sentido cómodo al ritmo que llevábamos y tenía bastante energía para desarrollar, por lo que pronto voy dejándolo atrás, incluso buscando que la brecha se abriera rápidamente para aprovechar el efecto psicológico que tiene sobre el rezagado. 
Ya con unos 200 metros por delante me dedico a disfrutar esos sublimes segundos de alegría y euforia, el sueño se cumplía, en exactos tres minutos había atravesado el último kilometro y ahora ya escuchaba mi nombre gritado por el animador a través de los parlantes y veía la cinta tensa que solo esperaba que la cortara, fui a su encuentro y sentí que la abrazaba como si nos hubieran separado seis kilómetros atrás y solo hubiera corrido para reencontrarla.

Después solo fue una prolongación de la alegría, el encuentro con mi entrenador, con sus alumnos brasileros, ir a ver el final de la maratón bajo un hermoso sol carioca, la ceremonia de premiación para los 42, 21 y 6k, todos reflejos de la intensa felicidad de cruzar la meta alcanzando lo soñado; mi primer podio en una gran carrera y como broche de oro, en mi primer competencia fuera del país.


Antes de competir en la Maratona Caixa da Cidade do Rio de Janeiro...



Mi primer carrera en el extranjero


Apagué el despertador a las 5 am, necesitaba 10 minutos más. Pero a las 6, al salir del edificio con mi entrenador, ya estaba casi despierto. Mientras íbamos pedaleando la fresca mañana brasilera me terminó de despertar y luego de cruzar la ciudad de Niterói nos embarcamos junto con las bicicletas para atravesar la bahía de Guanabara con destino a Río, el motivo; participar junto con 20 mil runners de la Maratona Caixa da Cidade do Río de Janeiro, la cual estaba formada por tres pruebas: los 42k, los 21k y los 6k. Estos últimos me iban a ver en la línea de largada.

La primer carrera del semestre siempre genera el interrogante de a qué nivel nos encontramos en competencia después de un largo periodo alejado de las pruebas, pero a esta le sumaba el evaluar mi desempeño fuera del país, entre atletas de otro idioma, sin encontrar caras conocidas. Sin embargo sentía la serenidad que da entrenar consistentemente, saber que se hizo lo mejor que se podía y solo queda largar.
El viaje en barca llevó menos de 15 minutos y luego de un corto tramo en bicicleta llegamos a las 7 am al lugar de la carrera. Teníamos toda una hora para la largada de los 6k, siempre prefiero esperar a correr y "no llegar a las corridas". 

La magnitud del evento realmente me sorprendió. Los 42 y los 21k compartían el arco de llegada, mientras que los 6k tenían un arco propio que funcionaba como largada y llegada de la prueba, ambos estaban en el Aterro do Flamengo, un largo parque flanqueado por la playa de Flamengo a un lado y dos importantes avenidas al otro. Entre estos dos arcos se encontraba un gran palco de premiación, vistosas y amplias carpas de los auspiciantes y decenas y decenas de gazebos de running teams, todo muy bien provistos con colchonetas, camillas de masajes, mesas repletas de bebidas y comidas, realmente parecía que un pequeño pueblo había surgido de la noche a la mañana donde solo el running reinaba. 

De a miles se iba poblando con corredores que surgían de todos los puntos cardinales, de todas las edades y de todos los colores. Cada vez eran mas y mas; elongaban, trotaban, saltaban, sprintaban, de a poco se empezaba a sentir más fuerte el olor a la largada. Hasta el sol se daba cuenta y corría cada vez más alto haciéndose sentir sobre la piel, todos preparándose para los 6k. Ajenos a nosotros, ya luchando contra los kilómetros que se sumaban, desde el otro extremo de la ciudad se habían largado los 21 y los 42k y miles de atletas corrían hacía nosotros. Nuestro pueblo, que ya estaba muy nutrido, en poco tiempo estaría sobrepoblado.

Faltando unos veinticinco minutos también empezaron a moverse mis piernas, el sueño hacía tiempo que se había ido y a los pocos minutos de trotar ya solas querían aumentar el ritmo. Las sensaciones eran buenas y los últimos minutos se consumían veloces. Terminé mi entrada en calor con un amigo que me dio el running en Brasil, Laurencio. Sin duda se merece un post aparte, solo diré de él para presentarlo como atleta que ganó la maratón de Sevilla con 2 horas 11 minutos. Luego de unos últimos alargues Laurencio me pidió que lo siga, saltamos la valla y quedamos en 2da fila a unos pocos minutos de largar la carrera. Atrás mío se sentía el aliento de ocho mil personas ansiosas por salir a disfrutar de esa hermosa mañana carioca a lo largo de seis kilómetros. Las primeras líneas estaban llenas de cuerpos atléticos que emanaban tensión a medida que los segundos se consumían. Logre bajarme del frenesí un momento y disfrutar lo que estaba viviendo, había viajado miles de kilómetros, hacía semanas que estaba fuera de mi casa, quería sentir eso, una línea de largada totalmente distinta, donde no conocía a casi nadie, ni siquiera entendía bien las palabras de alientos previas, donde todo era nuevo y distinto, quería probarme en otro ambiente. Respiré muy profundo, contuve el aire, siete, lo expulsé sereno, seis, relaje las piernas, cinco, llevé mi mano derecha al reloj, cuatro, enfoque la mirada muy a lo lejos, tres, donde la recta avenida se perdía, dos, incline mi pecho hacía adelante, uno, tensé mis piernas, cero! Y salí despedido detrás de Laurencio. 


El primer paso estaba dado, a partir de allí se los contaré en el próximo post.

Ezequiel Brahim