jueves, 16 de enero de 2014
Crónicas Cacheñas XIV
miércoles, 15 de enero de 2014
Crónicas Cacheñas XIII
Hoy me fui a despedir de la pista más alta del país, al menos por un tiempo. Había visto que el pronóstico anunciaba un día un poco más fresco luego de la lluvia de ayer, por lo que no habría problema en ir a hacer las pasadas cerca del mediodía. Aproveché, dormí suelto y salí sin apuro, ni siquiera fui trotando desde la casa, caminé tranquilo, disfrutando de la mañana que ya iba llegando a su final. Al llegar, como imaginé, la pista ya había quedado desierta, me esperaba sólo a mí y a las 6 series que tenía que recorrer, eran: 600 metros en 1’54” (ritmo de 3’10”/km) luego 1’00” de pausa, seguía con 400 metros sueltos, buscando un poco mas de velocidad que en los 600 y luego de eso 1’15” de pausa. Con repetir seis veces eso estaría por terminada mi actuación en la pista de Cachi.
Sin prisa pero sin pausa hice la entrada en calor y sin pensarlo mucho me lancé al primer 600; salí rápido y después para compensar aflojé demasiado, por lo que salió bastante desparejo y para colmo lento: 1’57”. Igual no era tan grave, el baile recién empezaba y se iban calentando las piernas. El 400 salió tranquilo en 1’13”, la idea es que fuera progresivamente cada vez más rápido así que no quise apurar mucho de entrada. La segunda serie se fue a 1’52” y 1’09”, pero ya se notaba la falta de oxigeno. No era tan exigida la pasada en sí, pero al principio de la pausa la boca me quedaba un poco chica para tomar aire. Luego todo se estabilizó en 1’54” y 1’10”, ya sobre el final hubo algún momento en que al terminar la pasada me preocupé un poco, realmente no entraba el aire, no iba corriendo al límite pero esos segundos luego de cruzar la llegada eran un tanto agónicos, al poco tiempo todo se estabilizaba y volvía a largar bastante bien. Pero por eso no me animaba a soltarme mucho por temor a no lograr mantener el ritmo hasta el final, recién en el último 400 busqué correr bien suelto y empujar técnicamente correcto con las piernas, sin contracturar el tren superior y marqué 1’06” la vuelta. Ya estaba, había entrado a la recta final sabiendo que eran mis últimos pasos exigidos por el tartán de Cachi, de esa forma los disfruté y de esa forma crucé la línea, feliz de todo lo corrido en esa carpeta naranja.
Sólo quedaba aflojar y encontré una agradable compañía, un veterano atleta salteño estaba trotando por el andarivel cuatro y me sume a sus pasos y los de su compañera, la grata charla nos llevó sin darnos cuenta a pasar los 15 minutos y cuando estaba por terminar me pidió le impusiese una vuelta a ritmo así él movía un poco, yo le devolví la propuesta de la siguiente forma: él pondría el ritmo los primeros 200 metros y yo mantendría ese ritmo los últimos 200. Como imaginé sobre el final de la vuelta sufrió un poco el entusiasmo inicial con el que había largado, pero a pesar de todo terminó sonriente y yo sonreí con él al sentir su alegría. Uno puede acercarse a un picado callejero y pedir entrar para sumarse al partido de futbol, o ir a un club de tenis y buscar un compañero para pelotear un rato, pero difícilmente un deporte una a atletas de lugares, condiciones y características tan distintas como el running y a su vez permitiendo llevar una charla y conocerse mientras se entrena.
Por la tarde sólo quedaba aflojar, me había cruzado con María Peralta antes de entrar a la pista y acordamos salir con ella y Lucas seis y media. Así fui y me pasé otros 45 minutos de charla que con Lucas prolongamos a dos vueltas más ya que el tema venía muy entretenido. Fue lo que yo considero un entrenamiento sin costo mental, ya que si bien las piernas se ejercitaron la mente no se enteró de que estuvieron moviéndose. Incluso me sorprendió el ritmo promedio de 4’38”/km ya que iba tan relajado que hubiese imaginado algo así como cinco minutos por kilómetro. Resultaron ser muy simpáticos y cálidos ambos y fue muy placentero tenerlos un par de veces como compañeros de entreno.
Un poco me cuesta creer que sólo quede un entrenamiento más acá, ya casi todo pasó, un poco rápido quizás, si bien parece que hace mucho que estoy en estas tierras, por otro lado todo sucedió con cierto vértigo, muchas alegrías seguidas. Mañana me espera nuevamente la vuelta de “Cachi adentro”, la que tan felicidad me dio el cuarto día de entrenamiento. Sé que va a ser distinta, ya que no se bebe dos veces agua del mismo río, pero aguardo navegar por sus calles con la misma sensación de sentirme plenamente vivo.
martes, 14 de enero de 2014
Crónicas Cacheñas XII
No importa si son dos semanas, cuatro o seis, cuando llego a los últimos días de un viaje comienzan a mezclarse las emociones entre disfrutar lo último que queda y las ganas de estar en mi hogar. Sin duda este es un lugar soñado para entrenar y lo estoy disfrutando plenamente, pero a su vez mi casa es mi lugar en el mundo, y en cierta medida el final de cada camino. Así estamos transitando por estos últimos días; entre las ganas de que dure un poco más y los deseos de estar tocando el piano o jugando con mis perras.
Hoy tocaba recuperar un poco de energías para afrontar los dos últimos días. Por la mañana troté por Palermo; no imaginen el mayor barrio porteño, menos aún la localidad Italiana homónima, sigo en Cachi, no me fui aún. Acá se denomina así al camino que lleva hacía el pueblito de Palermo, al norte de Cachi. Es un trazado que sube levemente hasta la mitad de su recorrido para luego continuar con subidas y bajadas abruptas pero cortas. Apenas si llegué a hacer algunas de esas cortadas cuando ya se cumplió la medía hora y tuve que volver sobre mis pasos, disfrutando de la tenue bajada que me había ganado al subir. Fui sin ningún tipo de apuro, dejando que el reloj marcase el ritmo que quisiera y solo preocupado por disfrutar del paisaje. En algún punto podía asomarme al barranco que caía hacía el río Cachi, que fino y perezoso serpenteaba por su ancho cauce, y deleitarme con un paisaje enorme y cambiante. Las casas diminutas en la costa del río, el largo puente de la ruta 40 al final del paisaje, los sombrados sobre la costa sur del cauce. La vuelta era solo dejarme llevar por la gravedad y eso hice.
Por la tarde, luego de la siesta de rigor nos recibió la lluvia; lenta, tranquila, suave se extendía por el pueblo. No es nada común que llueva tanto acá, si bien no debe haber sumado ni diez milímetros de lluvia desde que llegamos para Cachi es un diluvio. Esperando que las nubes me volvieran a consentir aguardé a que pararan de llorar. Y cerca de las seis así fue, las gotas cesaron y los rayos del sol empezaron a asomarse. Salí hacía la pista de atletismo para hacer otros 45 minutos sin apuro, había algunos atletas que ya estaban terminando y no encontré con quien girar, así que solo empecé a dar vueltas al ovalo naranja. La lluvia reciente se sentía en la suavidad del tartán, un par de charcos tachonaban el andarivel cuatro por el que giraba y poco a poco el tiempo fue pasando. Sobre el final el sol se escondió y las nubes conquistaron la totalidad del límpido cielo salteño, la lluvia volvió a caer como una bendición y me regaló la experiencia del agua del cielo en mi carrera por Cachi. Sin frío, sin viento, casi como una caricia que me relajaba para mañana, el último entrenamiento de pasadas en estos suelos.
Empieza a intrigarme cómo será el regreso, que cambios se produjeron en mi cuerpo en estos días, si notaré algo al volver a entrenar en Lobos. Es otro de los motivos por los que quiero volver, para medirme en un medio conocido y ver si mis piernas se sienten distintas. Cómo siempre el tiempo lo dirá.
lunes, 13 de enero de 2014
Crónicas Cacheñas XI
Los hermosos caminos que atraviesan la plaza de Cachi |
domingo, 12 de enero de 2014
Crónicas Cacheñas X
Rectas de 100m sobre el tartán |
El ovalo de Cachi desierto en domingo |
sábado, 11 de enero de 2014
Crónicas Cacheñas IX
Tuvimos un almuerzo de despedida con Pablo, él se fue para Córdoba hoy, fue uno de las grandes alegrías de este viaje conocerlo y compartir tiempo juntos, ojalá haya mucho más en el futuro. De postre hubo siesta; profunda y suave. De ella me desperté como si fuese un nuevo día y nuevamente de a poco empezó a tomar inercia la tarde. De nuevo sólo pero esta vez con distinto destino, salí a recorrer un circuito muy parecido a “Cachi adentro” pero un poco más corto, fue algo más de 16 kilómetros. Comenzando por el mismo camino, con subidas casi constantes, pero un poco antes de llegar a la cima se toma un atajo que le restan 4 kilómetros a la vuelta. La subida fue bien marcada con viento en contra, el descenso al ser mas zigzagueante no puso siempre el viento de cola e incluso en algún momento volvió a estar de frente. Pero la sensación fue buena, mucho mejor que a la mañana, y terminó dando un promedio de 4’07”/km para un esfuerzo de fondo movido. Me limpió un poco el polvo que había dejado la montaña el día anterior.
Luego una hora de elongación como entrada antes de la cena exquisita de Martín Aragno, el chef de la casa. Un día típico de entrenamiento, sin grandes hitos, pero disfrutando de las cosas sencillas, el viento en la cara, el sol en los hombros, el camino en los pies. Días en que la felicidad que nos recibamos está en gran medida en con que ojos los miremos. El mundo gira siempre, muchas veces ser feliz es solo una opción.
Poco antes de salir a correr por la tarde llegó al tranquilo pueblo de Cachi una visita poco común. La lluvia se largó al ritmo del pueblo; tranquila, sin apuro, mojando por igual al rico y al mendigo, fue haciéndose dueña de la tarde. Quizás me guiñó el ojo y se fue a dormir la siesta justo cuando yo corría, pero después volvió para meterse poco a poco en la noche y poner, sobre el fin del sábado cacheño, un manto de paz y frescura. La plaza se mojaba solitaria, los bares miraban desde adentro, nadie corría esquivando las gotas pero tampoco se quedaban quietos, tranquilamente las gentes atravesaban el centro en todos los sentidos, buscando el fin del día. Las luces se reflejaban en las piedras mojadas como mostrando la alegría de despedir por un tiempo el calor. Todo se sumió en una tranquila frescura y nuestros sueños fueron a buscar el abrigo de las casas, esperando mañana volver a nacer con el sol.
viernes, 10 de enero de 2014
Crónicas Cacheñas VIII
Pablo Ureta en su habitad |
El circuito de hoy, primero montaña y luego agua |
Así me dejó Ureta... |
jueves, 9 de enero de 2014
Crónicas Cacheñas VII
La siesta no faltó a la cita pero esta vez fue acompañada por el fin de un hermoso y atrapante laberinto, recorrí las páginas finales de la novela en la cual el novel colombiano Gabriel García Márquez nos obsequia el viaje final del general Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios quien “Había arrebatado al dominio español un imperio cinco veces más vasto que las Europas, había dirigido veinte años de guerras para mantenerlo libre y unido, y lo había gobernado a pulso firme hasta la semana anterior” de partir hacia su encuentro con la muerte. “El general en su laberinto” me atrapó desde las primeras páginas, me buscó y me encontró tanto en las siestas cacheñas como en las noches cálidas de este poblado salteño. Recomiendo a quien admire las gestas de los mortales que hicieron sudamérica estás páginas, en las cuales no encontraran relatos de guerra ni narraciones de congresos fundadores sino el viaje en el cual El Libertador se encuentra con su triste fatalidad, ser mortal.
Por la tarde en un regenerativo en la pista de atletismo me encontré con muy buenas sensaciones, casi como si estuviera trotando en mi querido Lobos. Hice la última mitad acompañado por María Peralta, seguramente muchos la conozcan, fue nuestra representante tanto en la maratón de los Juegos Olímpicos de Londres como en la del mundial de atletismo en Moscú, y por Lucas, su compañero de entrenamiento. Una amistosa y fluida charla me hizo literalmente olvidarme del reloj al punto de hacer poco más de diez minutos de lo pensado, sin duda hay días que es muy fácil entrenar.
Por la noche el descontrol no duerme y un asado me espera en el patio de la casa, los festejos por el aniversario de Ureta siguen a pleno fuego y no quiero ni imaginar donde pueden terminar.
Ya una semana en tierra salteña, justo en mitad el viaje todo marcha demasiado bien como para pensar que pueda terminar de otra forma. No dudo que la alegría me seguirá acompañando hasta el final del laberinto.
miércoles, 8 de enero de 2014
Crónicas Cacheñas VI
El corazón de Cachi recibiendo la noche |
Jesi elongando conmigo después de la segunda sesión |
martes, 7 de enero de 2014
Crónicas Cacheñas V
A mitad de camino en "El Mansito" |
lunes, 6 de enero de 2014
Crónicas Cacheñas IV
Subimos por el camino del norte y bajamos por el del sur, poco mas de 20km rodeando el valle |
Plaza central de Cachi |
domingo, 5 de enero de 2014
Crónicas Cacheñas III
4 x 2 km entre el tartán y el cielo |
Persiguiendo a mi principal contrincante |
sábado, 4 de enero de 2014
Crónicas Cacheñas II
Trabajos técnicos sobre el tartán de Cachi |
Con Ezequiel Morales, mi entrenador, en la pista de avión |
viernes, 3 de enero de 2014
Crónicas Cacheñas I
Vista desde la puerta del nuevo hogar |
Serán catorce días en los que iré descubriendo en sesiones dobles de entrenamiento no solo como responde mi fisiología a los 2.371m sobre el nivel del mar sino también a la posibilidad de estar dedicado 100% a correr, comer, dormir y vivir para el atletismo.
Los cuatro habitantes, de izq. a der. yo, Eze Morales, Martín Aragno y Pablo Ureta |
Hoy y mañana serán días de adaptación muy suave en los trotes; a la mañana, luego de una hora de elongación, cerré la puerta y salí corriendo sólo hacía la pista de tartán para reconocer el ovalo en el que tendré varías charlas con el reloj en estos días. Fueron 45 minutos muy tranquilos en los que iba escuchando cada nueva sensación; al principio el aire parecía poco, pero con el correr de los pasos las piernas se fueron soltando y me sentí cómodo. Al regresar al nuevo hogar algunos pocos ejercicios de equilibrio hicieron de entrada para el almuerzo.
Luego de una suave siesta salimos, ahora si los cuatro, por un circuito de ida y vuelta conocido acá como “El Mansito” quizás por lo leve de sus pendientes dentro del contexto montañoso donde estamos emplazados. Fueron 50 minutos de un trote suelto, disfrutando enormemente del contacto con el paisaje y charlando amenamente. Terminé de confirmar que la decisión de venir acá fue muy buena, presiento que hermosos momentos están por llegar y los disfruto por anticipado, al final de todo, de eso está hecha la vida, de momentos.
No soy el único del grupo que se propuso escribir un post por día de nuestra estadía en Cachi, Pablo Ureta; nueve veces clasificado para competir en el mundial de Iroman de Hawaii y múltiple ganador de El Cruce de los Andes también se fijó la misma meta, los invito firmemente a visitar su blog en el cual encontraran una interesantísima comparación con Boulder, Colorado, el centro de entrenamiento por excelencia en el mundo del triatlón:
www.pabloureta.com