La lluvia había sido poca pero alcanzó para mojar la
pólvora, el disparo no salió, Carlitos envió nuestras piernas a aflojar y las
zapatillas se fueron de la línea. A los pocos segundos el silbato volvió a
vibrar al aire, todos los clavos se aferraron detrás de la largada y está vez
la pólvora no defraudó. Tres mil metros y un mar de charcos por delante, salidos
a surcar por un pelotón bien nutrido.
Dos mil ochocientos metros, siete vueltas para que todo
termine, pero todo recién empezaba, Tomás Rodrigo había liderado los primeros
metros pero ya Luis Ortiz tomaba la punta imponiendo un ritmo al que solo Iván Gutiérrez
se animaba a escoltar.
Dos mil seiscientos, primer vuelta completada, y Fabián
Manrique pasa al frente del segundo pelotón, por delante se iban Ortiz y Gutiérrez,
mientras Fabián lideraba el grupo seguido por Cristian Urtasún, Tomás Rodrigo, Félix
Sánchez, Ezequiel Brahim, Nico Melgarejo, y Nico Gimenez Mientras que Eduardo Cardozo seguía de cerca la nave. La
embarcación se iba a mover mucho a lo largo de las vueltas nadando sobre el
agua que cubría el tartán del CeNARD.
Dos mil doscientos, segunda vuelta adentro y ahora era José Félix
Sánchez quien fiel a su estilo tomaba la batuta, el barco parecía quebrase al
medio, en proa quedaban Sánchez, Manrique, Brahim y Urtasún y del otro lado de
la grieta, apretados en la popa luchaban Rodrigo, Melgarejo, Gimenez y Cardozo que
se colgaba del ancla para no quedar afuera. Pero prevaleció la unión y en la
recta principal ya el navío surcaba compacto y sobrepasaba a Gutierrez que
sufría el esfuerzo de haber salido con Ortiz.
Dos mil metros faltaban, primer kilómetro adentro, Ezequiel
Brahim relevaba a Sánchez faltando cinco vueltas y la tripulación reacomodaba
sus butacas, la función prometía emoción. Aunque Gimenez se bajaba del viaje los
otros siete seguían rozándose las zapatillas.
Mil seiscientos metros para el final, Sánchez no puede con
su genio y vuelve a la punta escoltado por Manrique, el velero se pone un poco
más liviano ya que Cardozo se baja dejándose llevar poco a poco por la estela.
Quedan seis navegantes codo a codo remando por dos lugares podio.
Mil cuatrocientos metros, menos de la mitad por recorrer y
otra vez cambiamos de capitán, Fabián Manrique pone su elevado cabello como proa
del barco en busca de mantener las velas infladas, nadie quiere bajar e incluso
Cardozo nada frenéticamente luchando por volver a subirse a cubierta.
Mil doscientos metros, una voz agitada le grita a Sánchez “¡Dale,
tirá que yo te relevo en la próxima!” Y el ganador del perfume no se hace
desear, aprieta la sonrisa y vuelve a aferrarse al timón. Algunos dicen que el
que gritó fue Brahim.
Mil metros, la embarcación está amarrada con pocas cuerdas,
las tensiones son muy grandes, Sánchez hace el último ajuste del velamen para
ser sustituido al mando por Brahim, menos de un kilómetro por delante y las
aguas se empiezan a poner más agitadas que nunca.
Ochocientos metros, últimas dos vueltas, Urtasún había
sacado pasaje solo por dos kilómetros y arriba solo quedan Brahim, Sánchez,
Manrique, Melgarejo y Rodrigo que en ese orden cruzan lo que dos giros más
tarde será la línea de llegada.
Seiscientos metros, Brahim se distancia, la gran nave se
convierte en botes aislados, quedan aún unidos Manrique, Sánchez y Melgarejo, observados
a poca distancia por Rodrigo que haciendo una muy inteligente carrera, pegado
siempre al pelotón, demostró no tener un pelo de sonso.
Cuatrocientos metros. ¡La campana estalla! Ahora si cada
metro recorrido no se vuelve a pisar, Brahim mantiene la brecha lograda pero
Manrique no baja la mirada, a pocos metros Melgarejo se aferra a un Sánchez que
viene dejando todo sobre el tartán.
Doscientos metros, es la lucha del ácido láctico contra la
mente, ya no importa el agua, la humedad o el sol, todo se resumen en soltarse
y nadar más fuerte o endurecerse y ahogarse. Brahim toma la última curva
liderando pero con Manrique cada vez más metido en su estela, por detrás
Melgarejo despliega elegante su zancada para hundir las esperanzas de Sánchez.
Cien metros, recta final, la tribuna vibra, saliendo de la
curva Manrique despliega todo su velamen, Brahim no puede resistir la
arremetida y solo logra dejarse llevar por su estela, por delante Ortiz va
suelto a cruzar la línea con el índice en alto, ya cuarto Melgarejo arriba
cómodo y Rodrigo pega las últimas brazadas para arrebatarle el quinto puesto a
Sánchez pero este exhibe la calidad de su sprint para no perder la posición,
con Urtasún marcando el séptimo lugar.
Improvisado podio en la tribuna principal |
Poco a poco se van calmando las aguas, la lluvia vuelve a
cubrir el CeNARD pero las sonrisas brillan, varios marinos han surcado los tres
mil metros más rápidos de su vida, la carrera fue apasionante, se ha nadado
fuerte, en equipo y el público que se le animó al día se llevó un buen espectáculo.
Con esta armada la temporada de primavera promete grandes batallas, el
escenario está marcado, muchas piernas se perseguirán buscando cada vez más
adelante, dejando detrás lo mejor de cada uno.