Ya tengo planificado todo mi calendario de competencias para
los próximos seis meses, se cuantos kilómetros faltan para comprar mi próximo par
de zapatillas, me gusta anticipar y evitar sorpresas, pero mi debut en los
3.000 metros llanos fue bastante azaroso. El torneo del pasado sábado estaba organizado
para preparar al equipo argentino que se dispone a competir en los juegos
ODESUR a mediados de marzo, las pruebas están programadas a la preferencia de
los atletas que nos representarán y todo hacía pensar en que se correría 5.000
metros entendiendo que dos semanas antes ya se había realizado un 3.000. Pero
no fue así, los dos más importantes corredores argentinos del momento, Javier
Carriqueo y Federico Bruno, decidieron medirse en siete vueltas y medias, y atrás
de ellos fuimos nosotros, los mortales, a hacer nuestros primeros giros de la
temporada.
Recién terminada mi pretemporada, sin duda no era el mejor
momento para buscar un buen tiempo en una prueba rápida en comparación a mi
preparación de 10.000 metros, pero por otro lado al no tener marca en los 3.000
me sacaría presión y sería una buena forma de empezar a mover las piernas
lentas de tantos fondos y cambios de ritmos del verano.
Así que allí fui, con zapatillas con clavos prestadas (ya
que nunca uso en 5 y 10.000), me acerqué a la pista del CeNARD con muchas
ganas, no sólo por la curiosidad de cómo me sentiría en una prueba nueva o en
la primer carrera desde octubre, sino también por la alegría de hacerlo rodeado
de amigos; tanto afuera de la pista como adentro, corriendo codo a codo o como
en el caso de Javier que se fue un poco más adelante para ganar la prueba. De
una forma u otra al acercaros a la línea de larga la sensación los nervios casi
no existían en esa atmosfera creada por gente amiga.
Al sonar el disparo el objetivo era claro, intentar cruzar
la llegada en menos de nueve minutos, 1’12” por vuelta, y conociendo a los
actores de la tarde sabía que podía contar para ello con Eduardo Cardozo y
Cristian Urtasún, atletas de mi mismo nivel, con quienes repartir el esfuerzo.
Pero en la primera vuelta Cristian dejó claro que se iría a buscar un poco más
y me quedé detrás de Eduardo tratando de hacer un inicio conservador. Luego del
primer giro que pasó exacto en 1´12” tomé la delantera para colaborar con la búsqueda
y así fuimos giro tras giro intercambiando la punta de nuestro pelotón con
Eduardo. Luego del primer kilómetro notamos que Cristian no iba a poder
mantener el empuje inicial y lentamente lo fuimos alcanzando hasta dejarlo
pegado a nuestras espaldas. El intercambio con Eduardo siguió casi hasta el
final y él tomó la punta faltando poco más de una vuelta. Si bien iba exigido
pegado a sus pasos, sentía que aún me quedaba alguna carta por jugar. Sólo
esperé a salir de la última curva para en los 80 metros de la recta final
mostrar el resto que guardaba mis piernas; ambos aumentamos mucho la velocidad para
terminar cruzando la meta los dos con menos de medio segundo de diferencia. Por
suerte el que demoró medio segundo más fue él.
Terminamos rematando en 28 segundos los últimos 200 metros
para parar ambos en 8’56” el reloj y quedarnos con el quinto y sexto puesto.
Muy cerca de nosotros y también bajando los nueve minutos llegó Cristian. Sin
duda será el primero de muchos finales juntos a los largo del semestre.
Algo por delante nuestro se había librado otra gran batalla,
pero a ritmo de record nacional. Fede Bruno ganó y perdió frente a Javier Carriqueo;
si bien le quitó el record nacional sub-23 en 3.000 metros que poseía Carriqueo
con 8´03” del año 2001 al correr en 8´00”, perdió la carrera por un segundo al
marcar Javier 7´59”. Más allá de eso dieron un gran espectáculo para todos los
que rodeaban el óvalo y quizás lo único malo de haber corrido fue no poder
disfrutar plenamente de la exhibición.
Pero sin duda disfruté plenamente de la jornada; me llevé
una muy buena sensación y las ganas de volver ya a la pista a buscar más.
Descubrí una nueva distancia y sé que no será la última vez que la corra. Como
tampoco será la última vez que me ponga los clavos y seguramente ahora los
pruebe en los 5.000 metros. Me llenó de energía para seguir entrenando,
buscando más en la pista, soñando más en los objetivos.
Quizás sólo de eso se trata, de soñar corriendo.