martes, 25 de febrero de 2014

Mi debut en los 3.000 metros llanos

Ya tengo planificado todo mi calendario de competencias para los próximos seis meses, se cuantos kilómetros faltan para comprar mi próximo par de zapatillas, me gusta anticipar y evitar sorpresas, pero mi debut en los 3.000 metros llanos fue bastante azaroso. El torneo del pasado sábado estaba organizado para preparar al equipo argentino que se dispone a competir en los juegos ODESUR a mediados de marzo, las pruebas están programadas a la preferencia de los atletas que nos representarán y todo hacía pensar en que se correría 5.000 metros entendiendo que dos semanas antes ya se había realizado un 3.000. Pero no fue así, los dos más importantes corredores argentinos del momento, Javier Carriqueo y Federico Bruno, decidieron medirse en siete vueltas y medias, y atrás de ellos fuimos nosotros, los mortales, a hacer nuestros primeros giros de la temporada.
Recién terminada mi pretemporada, sin duda no era el mejor momento para buscar un buen tiempo en una prueba rápida en comparación a mi preparación de 10.000 metros, pero por otro lado al no tener marca en los 3.000 me sacaría presión y sería una buena forma de empezar a mover las piernas lentas de tantos fondos y cambios de ritmos del verano.
Así que allí fui, con zapatillas con clavos prestadas (ya que nunca uso en 5 y 10.000), me acerqué a la pista del CeNARD con muchas ganas, no sólo por la curiosidad de cómo me sentiría en una prueba nueva o en la primer carrera desde octubre, sino también por la alegría de hacerlo rodeado de amigos; tanto afuera de la pista como adentro, corriendo codo a codo o como en el caso de Javier que se fue un poco más adelante para ganar la prueba. De una forma u otra al acercaros a la línea de larga la sensación los nervios casi no existían en esa atmosfera creada por gente amiga.
Al sonar el disparo el objetivo era claro, intentar cruzar la llegada en menos de nueve minutos, 1’12” por vuelta, y conociendo a los actores de la tarde sabía que podía contar para ello con Eduardo Cardozo y Cristian Urtasún, atletas de mi mismo nivel, con quienes repartir el esfuerzo. Pero en la primera vuelta Cristian dejó claro que se iría a buscar un poco más y me quedé detrás de Eduardo tratando de hacer un inicio conservador. Luego del primer giro que pasó exacto en 1´12” tomé la delantera para colaborar con la búsqueda y así fuimos giro tras giro intercambiando la punta de nuestro pelotón con Eduardo. Luego del primer kilómetro notamos que Cristian no iba a poder mantener el empuje inicial y lentamente lo fuimos alcanzando hasta dejarlo pegado a nuestras espaldas. El intercambio con Eduardo siguió casi hasta el final y él tomó la punta faltando poco más de una vuelta. Si bien iba exigido pegado a sus pasos, sentía que aún me quedaba alguna carta por jugar. Sólo esperé a salir de la última curva para en los 80 metros de la recta final mostrar el resto que guardaba mis piernas; ambos aumentamos mucho la velocidad para terminar cruzando la meta los dos con menos de medio segundo de diferencia. Por suerte el que demoró medio segundo más fue él.
Terminamos rematando en 28 segundos los últimos 200 metros para parar ambos en 8’56” el reloj y quedarnos con el quinto y sexto puesto. Muy cerca de nosotros y también bajando los nueve minutos llegó Cristian. Sin duda será el primero de muchos finales juntos a los largo del semestre.
Algo por delante nuestro se había librado otra gran batalla, pero a ritmo de record nacional. Fede Bruno ganó y perdió frente a Javier Carriqueo; si bien le quitó el record nacional sub-23 en 3.000 metros que poseía Carriqueo con 8´03” del año 2001 al correr en 8´00”, perdió la carrera por un segundo al marcar Javier 7´59”. Más allá de eso dieron un gran espectáculo para todos los que rodeaban el óvalo y quizás lo único malo de haber corrido fue no poder disfrutar plenamente de la exhibición.
Pero sin duda disfruté plenamente de la jornada; me llevé una muy buena sensación y las ganas de volver ya a la pista a buscar más. Descubrí una nueva distancia y sé que no será la última vez que la corra. Como tampoco será la última vez que me ponga los clavos y seguramente ahora los pruebe en los 5.000 metros. Me llenó de energía para seguir entrenando, buscando más en la pista, soñando más en los objetivos.
Quizás sólo de eso se trata, de soñar corriendo.


miércoles, 19 de febrero de 2014

En la cima de la montaña rusa



Todo empezó el 11 de noviembre de 2013, cuando muchos aún no planeaban sus vacaciones las mías ya quedaban atrás. Suavemente rompíamos la inercia, sobre rieles desconocidos rodaba el carrito al pie de la cuesta. Poco a poco iba aumentando la pendiente de la subida, se sumaban kilómetros cada vez más rápido y casi sin darnos cuenta un nuevo paseo en montaña rusa estaba en marcha.
En esa escalada apuntando al cielo fueron quedando atrás muchas alegrías; pasadas sumando doce kilómetros en la pista, ganar la carrera de Dole, horas y horas de elongación, doble turno en noche buena, doble turno en navidad, doble turno en noche vieja, turno simple en año nuevo, cuestas y cuestas, subir y bajar, dos semanas de preparación en la altura de Cachi, semanas de 160 kilómetros, carrera en Tierra de Indios, fondos de 90’, de 100’, de 105’, pasadas rápidas para no olvidarnos la velocidad, fondo de 28 kilómetros, humedad, calor, más humedad, y verano de temperaturas record . Todo se disfrutó muchísimo; anécdotas, alegrías, emociones, momentos compartidos y momentos de soledad, sensaciones únicas y muchos más que se niegan a convertirse en palabras fui viviendo a medida que avanzábamos por la vía de la montaña.
Ya casi tocamos la cima, luego de quince semanas y algo más de 1.600 kilómetros el final de la pretemporada está a unos días. Sé que una vez en lo más alto comenzará una etapa distinta, donde cada vez se buscará más velocidad, más intensidad, más vértigo. Ya no preocupará la cantidad de kilómetros sino la calidad, se dejará de contar en minutos y se medirá en segundos. Espero ansioso ese descenso, no dudo en que he llegado más alto de lo que nunca lo había hecho, feliz de haberme superado a mi mismo me lanzo confiado en aprovechar la altura para llegar lejos, los kilómetros recorridos no sólo me han entrenado sino que me han llenado de energía para buscar más. No importa tanto hasta donde me lleven mis pasos si puedo disfrutarlos al igual que los anteriores.
En un periodo que se insinúa un poco más largo que otras veces, posiblemente de treinta semanas, estoy justo en la mitad del camino, en la cima de la montaña rusa, desde acá la perspectiva sin duda es distinta. Mirando adelante, ya en los primeros pasos, veo mi debut en los 3.000 metros llanos este sábado en el CeNARD, en marzo mis amigos me esperan en los 8k de MaratónRotary de General Rodríguez, luego un 5.000, ya en abril el Campeonato Nacional de 10.000, después otro 5.000, en mayo el Campeonato Metropolitano de 10.000 y las ruedas terminarán de rodar el 7 de Junio en el Metropolitano de 5.000 metros. Un descenso que cada dos o tres semanas me va a poner a prueba, donde intentaremos tomar cada vez más velocidad, donde correré con el mismo objetivo que en la subida; superarme a mí mismo.
No solo me lo dice la planilla de entrenamiento o las fechas del calendario, internamente lo siento, el momento llegó, ya estoy listo para empezar, quiero lanzarme a correr.