Diez. Suena el despertador a las 7:00 am, si bien estaba
esperando la carrera, levantarse siempre es difícil, pero he aprendido que
mientras antes llego a la largada más relajado y cómodo me siento.
Nueve. Una buena lavada de cara, un par de duraznos, una banana
y, como desde anoche, mucha agua preparando los 32° de térmica que anuncian a
esa hora sobre el asfalto de Palermo.
Ocho… en punto estaba al lado del arco de largada, con una
hora justa antes de largar ya el calor se hacía dueño de la mañana.
Siete. Me encuentro con amigos de Lobos y luego con los compañeros
de mi equipo. Formado por ocho corredores solo los seis primeros en cruzar la
meta sumaríamos puntos.
Seis. Suavemente inicio los ejercicios de movilidad, luego
unos trotes relajados. Ya en las rectas progresivas las sensaciones son buenas
a pesar del calor.
Cinco. Nos aproximamos a la manga de largada, ese momento en
que ya todo lo físico se preparó y solo falta dejar lista la cabeza para
competir.
Cuatro. Busco mi posición adelante y en el medio para poder
estar cerca de quien busque la punta. Dado el clima la idea era salir conservador
y observar quien quiere tomar la iniciativa.
Tres. Último saludo a los compañeros de equipo y conocidos
y me vuelco en mí mismo.
Dos. Busco relajación, contener el aire y que eso no permita
que caigan tanto las pulsaciones.
Uno. Ahora solo miro el final de la recta y trasmito a mi
cuerpo la confianza que retroalimente mi interior.
Cero. Una explosión de piernas y todo comienza…
Sergio Palma sale disparado por la ancha Av. Figueroa Alcorta
desde el inicio y una fila en la que me acomodo cuarto lo sigue a cierta distancia.
Antes del primer kilómetro, cuando los aplausos y los gritos ya quedaron atrás
y los ánimos se calman, veo que mi compañero de equipo, Fernando Rocer, viene
ganando posiciones y lo espero para ir con él. Durante la vuelta al Rosedal Fer
hace el trabajo y antes del segundo kilómetro le damos alcance, bordeamos el óvalo formando un pelotón de tres en el cual ellos deciden correr a la par y a mí
me parece lo más sensato quedarme al resguardo de ambos. El asfalto de los
lagos de Palermo de desliza caliente bajo nuestras suelas y me voy sintiendo
cada vez más cómodo, empiezo a planear el desenlace y calculo que si Fernando
puede hacer un cambio de ritmo estoy en condiciones de llevarlo para que se
desprenda de Palma. Pero al retomar por la Figueroa Alcorta, con las
instalaciones de Aguas Argentinas a nuestra izquierda y menos de tres
kilómetros hasta el arco, Fer empieza a sentir el ritmo y el calor lo cual no
pasa desapercibido para Palma. Intento ponerme en el medio para que no se
desconecte pero al final es relegado y llegamos al último kilómetro solos con
Sergio. Me tengo fe para un sprint final así que demoro el ataque; se empieza a
arma un clima en el cual ambos sabemos que algo va a pasar, la única duda es
cuando. La anteúltima curva es hacía la izquierda, lo dejo a mi derecha para
tomar el menor radio y me lanzo decidido buscando soltar totalmente el paso.
Él se da cuenta inmediatamente de en qué condiciones estaba cada uno y con enorme caballerosidad me felicita por la carrera y me alienta a buscar el triunfo. Busco confiado la última curva sabiendo que la visión del arco me empujará a cruzar la línea. Disfruto a pleno esos escasos segundos y mis manos se aferran felices a la cinta de llegada.
Él se da cuenta inmediatamente de en qué condiciones estaba cada uno y con enorme caballerosidad me felicita por la carrera y me alienta a buscar el triunfo. Busco confiado la última curva sabiendo que la visión del arco me empujará a cruzar la línea. Disfruto a pleno esos escasos segundos y mis manos se aferran felices a la cinta de llegada.
Me quedó a saludar a mis dos compañeros de batalla y
luego me aboco de lleno a recuperarme del desgaste con agua, hielo y mucha
fruta. La organización durante toda la carrera fue excelente al igual que en la
primera edición, no faltó absolutamente nada, todo el líquido y alimento que necesitase,
un sector en el que te asistían con la elongación y luego te controlaban la
presión, mucha sombra y lugares de relax, sumado a un trote tranquilo hicieron
que a la noche pudiera disfrutar plenamente de la fiesta de premiación.
Todo el "Dole Pro Team" |
Aunque pareciera difícil se superó lo ofrecido a la noche en
la primera edición, en el hermoso salón del Club Gimnasia y Esgrima no faltó
nada, un catering excelente, una ambientación glamorosa, muy buena locución y
la mejor música eran los condimentos necesarios para que la buena onda de todos
los runners creasen una noche mágica. Realmente fue muy gratificante ver la
enorme alegría que mostraban los corredores al recibir sus premios, ya que
muchos habían logrado en equipo un trofeo que muy difícilmente lograrían solos,
materializaban así el espíritu de grupo que tan intensamente se vive en el
running que pero que se olvida a la hora de la premiación. Yo no quedé exento
de ello, realmente disfruté mas retener el título como el equipo más rápido que
mi resultado individual, sabía que todos habíamos puesto lo mejor y nos exaltaba
a buscar ser aún más competitivos en la edición 2014.
Un párrafo aparte merece la organización de la carrera. En
unos tiempos en los que mucha veces se cuida poco al atleta prevaleciendo el
negocio, la Dole Race Team apuesta totalmente al corredor. Marco un detalle que
no es menor pero que sirve como muestra de todo lo que se vivió durante todo el
domingo; la remera que entregan con el kit es la de mejor calidad que he visto
en cualquier carrera de calle a lo largo del país, me consta que el costo (al
ser de elastano y no de poliéster) es casi el triple que el del común de las
remeras que se entregan en las otras carreras y vale recalcar que esto no se ve
en las fotos, no se cobra extra, ni siquiera se anuncia en la promoción del
evento, solo lo siente el atleta al ponerla sobre su piel. De esa misma forma
se pensaron todos los detalles, con una generosidad en la que nada faltó y todo
fue puesto al servicio de vivir una verdadera fiesta del running. Desde las
primeras horas de la mañana hasta tarde en la noche en plena fiesta. No es ninguna
casualidad que sea la única carrera de calle que corrí este año en Capital
Federal.