Pocos factores externos al correr son tan extremos en nuestras
sensaciones como la lluvia. Si está diluviando no son muchos los que observan
felices las gotas en la ventana mientras piensan en ponerse las zapatillas para
salir a entrenar. Pero por otro lado, pocos entrenamientos se recuerdan tanto
como una larga o dura salida bajo un chaparrón.
¿Por qué nos cuesta tanto salir, pero se disfruta tanto
cuando lo hacemos? Y lo que me interesa en esta ocasión ¿Por qué ha veces es un
impedimento para entrenar y a veces lo enfrentamos igual? Creo que la gran
diferencia está en donde pongamos el foco a la hora de tomar la decisión. Si
sólo pensamos en las frías gotas que impactarán en nuestra seca y caliente piel
sin duda es una barrera difícil de quebrar. Pero si en cambio visualizamos
antiguos entrenamientos bajo la lluvia, la satisfacción de terminar empapados
un día duro, de haber vencido nuestros miedos y nuestra pereza, la felicidad
que ya hemos sentido y tenemos la oportunidad de repetir. Sin duda así será
mucho más sencillo dar los primeros pasos.
No se ven caras tristes bajo esa lluvia |
Pero ¿Por qué nos deja contento correr bajo la lluvia? Si
objetivamente es una condición que va en detrimento de nuestro rendimiento,
además de la incomodidad dada por la temperatura e incluso el riesgo mayor de
un accidente.
Creo que hay una profunda conexión entre la naturaleza y
nuestra esencia animal al correr libres bajo el agua, nos reencontramos con una
situación que nuestros ancestros han vivido por milenios. Incluso nuestra mente
de atletas suele relajarse y desconectarse del reloj al saber que las
condiciones no son óptimas, favoreciendo mucho más la percepción de nuestras
sensaciones, lo cual magnifica la felicidad de correr. También el entorno suele
calmarse con la lluvia; los ruidos bajan, el tráfico disminuye, mejorando la
experiencia del entrenamiento. Incluso el saber que lo que detuvo a otros pudo
ser superado por nosotros puede dar una satisfacción extra.
Cualquiera que haya vivido esa simple pero profunda
experiencia de correr bajo la lluvia pudo sentir sobre la piel, y debajo de
ella, estás sensaciones. Quizás el mayor motor para vencer la pereza de los
primeros pasos es hurgar en nuestros recuerdos y proyectar esas satisfacciones
en un nuevo entrenamiento, recordar lo felices que hemos sido y salir a
buscarlo nuevamente.
Pasadas bajo la lluvia en la pista de ADAL |
Así lo viví yo hace un tiempo, en una de mis salidas bajo lalluvia, un sábado por la tarde. Para que quien aún nunca lo vivió queda
aprovechar la oportunidad de descubrir una nueva experiencia, el cielo nos
regala, últimamente muy seguido, la posibilidad; está en nosotros salir a
sentirla.
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