miércoles, 30 de julio de 2014

Crónicas cariocas VII

Yo, Laurenio, Edson y Auderi
Y un día regresé a la pista de la pista UFF, como hace un año volvimos a girar sobre el ovalo de carbonilla, con la Bahía de Guanabara como testigo. Volví a reencontrarme con viejos amigos como el gran Laurenio Bezerra, a quien tuve la suerte de conocer ya el año pasado y desde el primer momento me recibió con su generosa sonrisa, enorme corredor con marca de 2 horas 11 minutos en maratón, también estaba Edson que a solo tres días de lograr su mejor marca en media maratón (1 hora 22’, relatado en primera persona) y con un ojo menos por la conjuntivitis, ya estaba girando nuevamente en la pista. También se sumaron varios nuevos alumnos de Ezequiel y realmente todos me hicieron sentir como si no estuviese a tres mil kilómetros de mi casa.
Por la mañana había tenido descanso y relax en la playa, caminado sin prisa entre el sol y la arena, así que estaba listo para mover un poco las piernas, fueron diez pasadas de seiscientos como para despuntar el vicio de acelerar en tierra brasilera. Un movida seguidas de tres un poco más suaves. La noche ya reinaba sobre el predio y las tímidas luces de la pista dejaban ver las estrellas. La sensación fue buena, pude controlar el esfuerzo, sintiendo que siempre quedaba un plus, una reserva de emergencia, y aproveché esa comodidad que da no ir al límite para enfocarme en moverme suelto, sin forzar, dejando que fluya lo mejor posible. Poder correr a las ocho de la noche la última tirada sin remera es algo difícil de lograr hoy en día por mis pagos, acá pude darme el gusto.

Ya una semana de entrenamiento en Niterói, todos los días corridos, todos los días disfrutados. Sumando alegrías y kilómetros. En la entrada en calor hablábamos con Edson de cómo pude cambiarte la vida hacer un deporte, hoy hablo de este que es el que estoy practicando, pero he hecho muchos y todos tienen su hermosura. Quizás correr tenga un lado muy social, es muy fácil entablar relaciones, conocer gente de muy diversos niveles; sociales, deportivos, espirituales. Realmente es insoldable el lugar a donde nos puede llevar correr, no solo literalmente sumando nuestros pasos por casi cualquier terreno, sino en la vida; hace cuatro años estaba sentado frente al cirujano plástico consultando por una liposucción, hoy estoy sentado frente a la computadora contándoles que me vivo cuando corro. ¿Paso mucho en el medio no? Algo, muy poquito, quedó escrito en este blog esperando ustedes lo disfruten; el resto, mucho más, quedo escrito en mi corazón pisada tras pisada.

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