Y llegó el día de las despedidas, última noche en Brasil, el
viaje completa su ciclo. El día no quiso despedirme con una linda mañana,
muchísimo viento sopló toda la noche y aún siguió soplando temprano, la lluvia
también se hizo presente y el calor no aparecía. Por lo que la mejor opción fue
tener paciencia y esperar hasta cerca del mediodía para hacer el primer turno
con un clima un poco más simpático. La espera valió la pena y el día mejoró,
para hacer 45 minutos tranquilos, casi normales ya; recorriendo placenteramente
la costa.
Por la tardenoche salimos a mover un poco más, acompañado
por Ezequiel entré en calor por la estrada Froes para quedarme ahí haciendo yo
solo unas series de cuestas, es menos empinada que lo que se puede encontrar acá por lo que se sube más fluido. Acompañado por la fresca noche marina fui soltándome
poco a poco sin llegar el exigirme al máximo, la semana recién empieza y aún
queda bastante por hacer.
Recorrido hasta el fuerte |
Mañana regreso a Argentina al mediodía, queda como despedida
por la mañana hacer un fondo de poco menos de hora y media de ida y vuelta hasta
el fuerte, un camino ya conocido pero que no por ello deja de gustarme. Será el
17° y último entrenamiento en Brasil.
Fueron dos semanas encantadoras, donde disfruté de cada día,
rodeado de hermosas personas, sintiendo en la piel el placer de correr.
Por la noche me agasajaron con una cena de despedida con el menú
que más me gusta acá; jugos raros y ricos sandwichs con ese pollo desmenuzado
que rellenan con queso. Relajado, sin apuro, disfrutando, como el viaje, así
fue la salida, así me gusta vivir.
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