Pocas veces me siento tan vivo como corriendo suelto
mientras una fuerte y cálida lluvia baña mi cuerpo. La sensación de láminas de
agua recorriéndome las piernas ágiles y calientes, como buscando fundirse con
el entorno, hacerse uno con la naturaleza que se manifiesta plena.
Y cuando ocurre rodeado de verde, cuando las gotas golpean
con fuerza el piso, inundado el aire de olor a tierra mojada, a pasto húmedo,
siento que mi pecho se expande para dar lugar a tantas sensaciones.
Hoy viví todo eso y tanto más que no encuentro palabras, queda en mi grabado, no sólo como imágenes sino como sinfonía de estímulos que
escucha mi cuerpo. Hoy corrí libre, disfrutando, vuelta tras vuelta en el
frondoso parque de Lobos, recibiendo la tierra blanda bajo mis pies. Hoy
experimenté esa extraña sensación de soledad y a la vez de no sentirme sólo que
únicamente vivo con mi inseparable compañero de entrenamientos;
diluviaba, el parque estaba deshabitado, no iba sólo, éramos dos a la par, pero
sentía que tenía la naturaleza vibrando sólo para mí. Hoy no hay fotos para
mostrar, un fotógrafo no puede capturar ese momento simplemente porque su
presencia rompería el vacío. Hoy no les voy a contar ni de tiempos, ni de
ritmos, hay muchas cosas que no entran en un reloj. Hoy no corrí un fondo, hoy
sentí la vida correr dentro de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario