“Por casualidad tenés ganas de correr…” Así empezó mi historia
en esta carrera hace menos de dos semanas. No estaba en los planes recorrer las
calles de Capital por varios meses pero la invitación por chat de Carolina
Rossi comenzó de la mejor manera, casi siempre se da la casualidad de que tengo
ganas de correr.
Luego solo faltaba la confirmación de mi entrenador,
Ezequiel Morales, para evaluar si esas ganas estaban alineadas con mi objetivo
del semestre de bajar los 32 minutos en los 10.000 metros. Teniendo en cuenta
que dos semanas después estaría en Rosario en el Campeonato Nacional de 10.000
metros la respuesta no era tan sencilla. Así que con Morales llegamos a un
acuerdo que conformaría a todos; daría rienda suelta a mis ganas de correr,
pero no tan sueltas, el ritmo iba a ser 3’20”/km. Eso no me desgastaría en vistas
al Nacional pero colaboraría para buscar un buen puesto con mi compañera.
De allí en adelante se sucedieron las buenas noticias, el
Nacional se atrasaba una semana lo cual me daba más tiempo, la semana previa
retomé las buenas sensaciones en los entrenamientos que me había sacado una
gripe, todo se iba alineando para disfrutar plenamente ese domingo. El sábado
llegué a Capital con tiempo para estar fresco el domingo a la mañana, pero a
alguien le gustó mucho el estéreo de mi auto así que luego de probar lo frágil que
es el vidrio se llevó y de paso el bolso donde tenía toda la indumentaria para
competir al otro día. Así que la noche del sábado me encontró pidiendo ropa
prestada ya que no me animaba a emular al gran Abebe Bikila y correr descalzo
por el asfalto de Palermo.
Las zapas que se fueron con el estero |
Otra vez el atletismo vino a ayudarme y un amigo de
las pista, Cristian Urtasún, me facilitó las zapatillas y el pantalón; la
remera y el reloj quedaron a cargo de Caro.
Ya con las armas recuperadas me acerqué temprano al parque
San Benito donde un cielo gris y húmedo cubría una fiesta que ya se empezaba a
despertar. Rápidamente se iba poblando de runners dispuestos a desafiar
cualquier pronóstico meteorológico pesimista y a correr los 10,5 kilómetros ya
sean solos, en duplas o en cuartetos. Mucha gente ya conocida, saludos, charlas,
hicieron que el tiempo que sobraba al principio, al final alcanzara justo para
entrar el calor.
La calma que antecede... |
Ya estaba todo listo, en poco minutos la función iba a
comenzar oficialmente, todos los actores estaban en sus puestos, disfruté mucho
esa previa a la largada, sentí que sólo tenía que salir a hacer lo que me gusta
y no desperdiciar ningún momento para ser feliz. Se acaban los últimos
segundos, la tensión se siente en el aire, los músculos se contraen anticipándose,
la respiración y el tiempo se detiene un instante… y explota la mañana. Por la
ancha avenida salimos proyectados hacia el corazón de Palermo.
...a la tormenta |
Por detrás de Imanol viendo como se aleja |
A los pocos pasos lo veo a mi izquierda a Imanol Cruz, que
no contento con haber corrido 21km el fin de semana anterior en su España
natal, estaba nuevamente calentando el asfalto ahora del otro lado del charco.
Me ubico cómodamente detrás de él a la espera de que ver que intenciones tenía,
pero cuando ya bien pasado el primer kilómetro sigue a ritmo de 3’15”/km decido
que lo mejor es que cada cual pasee a su agrado, así que lentamente lo veo adelantarse
mientras yo me quedo placenteramente a mi velocidad crucero.
Disfrutando del regreso |
Por suerte no
decide irse tanto y nunca lo pierdo de vista, sin nadie muy cerca por detrás me
entretengo mirándolo y disfrutando del ánimo de los otros corredores que me
cruzo en los retomes. Varios me alientan a que lo alcance, quizás de tanto
escucharlos y viendo que yo no iba a hacer mucho, Imanol afloja un poco y de a lentamente
nos acercamos, para estar juntos a la par algo después del kilómetro nueve.
Me da la sensación que está un poco cansado así que intento
unos cambios de ritmo suave para ver qué pasa, no quiero que se transforme en
un carrera feroz pero con probar un poco no pierdo nada, pero sigue a la par
mío, incluso cuando ya a menos de un kilómetro muevo un poco más el ritmo no se
decide a quedarse. Me doy cuenta que la definición va a estar en el sprint
final, lo cual no me disgusta, por un lado porque me tengo fé para el remate y
por otro más allá de quien gane es un buen espectáculo para todos.
Casi pero no |
Al final
salgo a buscar definitivamente faltando unos doscientos metros pero Imanol no
me da ni lugar a discutir, que estaba cansado solo fue una sensación mía, sale decidido a ganar la carrera y yo disfruto los metros finales, la función cerró
con suspenso y ya solo queda arribar siendo el mejor de los que no ganaron.
Esa hermosa sensación de la banda contra el estomago |
Una vez iniciada la premiación el suspenso seguía ya que
antes subieron los individuales, los cuartetos, las duplas masculinas… incluso
llegamos a pensar que se habían salteado a las duplas mixtas. Pero al final
llegó el turno y se anunció como ganador al equipo ¡FILA-Pegaso Patagonia!
La
mañana culminaba perfecta, habíamos ganado, lo cual me ponía muy contento principalmente
por mi compañera, sabía que estaba ilusionada con ese triunfo y me gustó devolver
de esa forma la confianza que había depositado en mí al invitarme. Realmente
fue un halago que me haya elegido para acompañarla y nuestro objetivo
claramente era ganar, no me hubiese gustado quedarnos a mitad de camino.
El triunfo hecho felicidad |
A nivel personal también encontré lo que fui a buscar, había
corrido parejo y controlado y principalmente había disfrutado a pleno cada paso.
Luego de un par de semanas en que las cosas no salían y que solo había
encontrado buenas sensaciones a finales de la semana, en este domingo terminé
de recargar las pilas desde lo anímico. A pesar de que me encanta planificar
todo el semestre incluso antes de empezarlo y que todo vaya saliendo según lo
pensado, algo inimaginable hace un par de semanas termino siendo una vivencia estupenda.
Otro de los tantos regalos que me da el atletismo, y con un guiño de ojo
me susurra al oído que este es un buen camino, que las ganas de correr no se
equivocan.
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