martes, 29 de abril de 2014

Campeonato Nacional de 10.000 metros



En mayo del 2010 iniciaba mi cruzada contra la "obesidad", con 85 kilos y sin ganas de pasar hambre, tomé una hoja en blanco y comencé a registrar mis trotes. Cerré ese gélido mayo con cinco sesiones y un total de 39 kilómetros. 
El equipo de la FAM en mayores:
Urtasún, Molina, Cardozo, Sanchez y yo
Dieciocho kilos, cerca de 15.000 kilómetros (si, quince mil)  y casi cuatro años después me encontraba convocado para participar en VI Campeonato Nacional de 10.000 metros en la ciudad de Rosario, integrando una lista con muchos de los mejores atletas del país, siendo parte de una carrera exclusiva, a la que solo se accede siendo convocado en el equipo de una federación provincial.
Mucha agua corrió bajo el puente desde ese frío invierno de principio de la década, algunos de esos torrentes se vertieron en las páginas de este blog. No es el momento de relatar el camino recorrido, pero si recordar el inicio para cuantificar el regalo que significa este presente.
La proa del monumento de la
bandera apuntando al río
Dispuesto a disfrutar de la experiencia desde bien temprano, llegué a Rosario el viernes mientras el sol caía en la llanura santafecina. Con todo el entrenamiento ya hecho me dediqué el sábado a descansar y hacer vida de turista vago, es decir, sin caminar mucho. Subí a la punta del monumento a la bandera (por ascensor), para contemplar desde arriba una ciudad que no le da la espalda al río, y el Paraná descendiendo majestuoso, arrastrando historias desde lo profundo de la selva brasilera. 
Almorcé en un bar temático que me llevó a los alocados ’60, revoleando la cabeza hacia los lados con el fleco bien marcado y un ajustado cuello Mao. Por la noche descubrí la obra de teatro que en 1904 cortaba con la hegemonía de las operas para la colectividad italiana y las zarzuelas para los inmigrantes españoles y ponía al teatro argentino en las principales salas de Buenos Aires, “Jettatore” de Gregorio de Laferrère. Y como cierre de la jornada, descubría que mi compañero de equipo, Eduardo Cardozo, había elegido el mismo hotel que yo, por lo que las horas previas ya fueron serpenteando entre charlas de atletismo.
El domingo amaneció perfecto, sin viento, sin sol, sin calor, sin un gran frío, ideal para correr veinticinco vueltas a la pista. Llegué temprano para disfrutar de la carrera de mujeres y los juveniles, y desde la organización del evento ya me vi sorprendido. Sin duda la pista no es el lugar donde habita el show, para eso está la calle con su glamour y su pompa. En la pista la prioridad es la exactitud deportiva, olvidando muchas veces el espectáculo. Por lo que pequeños detalles me marcaron una gran diferencia acostumbrado a mis frecuentes torneos de la Federación Metropolitana en el CeNARD. Dos relojes digitales sincronizados con la carrera al final de cada recta, música, locución, buena hidratación, presentación oficial de cada uno de los atletas antes de largar, todo eso dentro del marco del Estadio Municipal de Rosario, una hermosa pista con unas tribunas de una belleza clásica.
Borelli y Chávez
Campeonas Sub23
y Mayores 2014
Luego del reencuentro con muchos amigos del ovalo y de ver coronarse a Viviana Chávez campeona argentina de 10.000 metros, nos confirmaron como sería la modalidad, largaríamos en dos series mezclados entre las categorías sub-23 y mayores; en la primera iríamos los más lentos, los que ya estábamos contentos con ser parte de la carrera, con tiempos entre 33’ y 31’30, mientras que en la segunda y última serie irían los que no se conformaban con participar, los que querían llevarse las medallas, buscar entre ellos al mejor corredor de 10.000 metros del año. 
Ya estaba todo dicho, solo quedaba enfocarse en el disparo que se aproximaba y salir a dar lo mejor.
La pistola lanzó el estruendo y todos salimos a surcar la curva, aunque con bastante prudencia ya que a los pocos pasos noté que nadie quería poner el pecho primero y tuve que situarme adelante para marcar el camino. Mi liderazgo de la carrera duró unos 110 metros aproximadamente, luego de eso ya otros tomaron la punta y al ver concluir el primer giro en 1’14” decidí dejarme caer aún más en el pelotón. La idea era rondar siempre 1’17” por vuelta lo cual da un total de 32’05”, buscando acelerar sobre el final para bajar la barrera de los 32 minutos. 
Moviéndome hacía adelante y hacia atrás dentro del pelotón procuraba mantenerme siempre a ritmo de 1’17”. Y casi hasta el kilómetro seis fue así, pero de a poco dejé de mirar el reloj y pasé a preocuparme por conectar atletas para no quedar corriendo solo. 
No fue una cuestión de descuido, sino casi de supervivencia, sentía el paso de las vueltas y necesita de ayuda para mantenerme a ritmo. Inevitablemente el ritmo cayó, quizás más de lo que me imaginaba y no fue hasta terminado el kilómetro ocho, con solo cinco vueltas por delante cuando pude volver a enfocarme y buscar con actitud bien adelante, a un atleta que me llevaba unos 60 metros, lo cual es la pista es una enorme distancia. Poco a poco fui descontando, solo preocuparme en buscarlo paso a paso, me llevó a levantar el ritmo constantemente, y ya sobre el final, consciente de que iba en post de superar mi anterior marca cada paso valía doble. 

Empujando hasta la última zancada cumplí con las 25 vueltas en 32’23,12”, a unos 11 segundos por debajo de mi anterior mejor marca, aún lejos de mi objetivo del semestre de bajar los 32 minutos pero que significarían un 10mo puesto en mayores; más allá de los números, feliz de lo que había vivido sobre el tartán.
Los protagonistas. Esta y todas las demás del post,
grandes fotos del Chino Avalos
Como cierre de mi estadía en Rosario, y mientras aflojaba luego de mi prueba, fui un espectador de lujo de quizás el mejor 10.000 que vea nunca en suelo argentino. Con seis atletas corriendo por debajo de los treinta minutos, con cualquiera de ellos con posibilidades de ganar la carrera hasta la última vuelta, un concierto de atletismo que realmente hizo vibrar a todos los que presenciamos en esa tardenoche una carrera que sin duda ninguno de los presentes olvidará. Coronando a Federico Bruno campeón argentino sub-23 y a Luis Molina campeón en mayores.
Disfrutando de escribir mi vida
Ya en el viaje de regreso poco a poco me fui relajando, había vivido intensamente ese gran fin de semana, sentía que un nuevo capítulo se había escrito. Nunca sabremos cuando termina el libro hasta que se marca el punto final, pero sin duda lo escrito en esos días, y muchas de las hojas y hojas que me llevaron hasta ahí no se borraran nunca de mi memoria ni de las páginas de mi vida, impulsándome a seguir escribiendo mi existencia con las letras que me dicte el alma.


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