Esto vivía allá por
finales de Julio cuando recién estaba saliendo de la pretemporada:
“Se pretende que sean
todas iguales, mismo largo en las rectas, mismo radio en las curvas, sin
pendientes, con superficies similares. Pero por más que se lo intente, no se
consigue. A los que nos gustan las pistas de atletismo las vemos a todas
distintas, cada una con sus defectos y virtudes.
Hoy pise por primera
vez la pista de la Universidad Federal Fluminense, emplazada a escasos metros
de la Bahía de Guanabara, entré en calor viendo el atardecer sobre el mar, el
puente que une Río y Niterói, como por
un tajo lo cruzaba de punta a punta. Lentamente las sombras fueron ganando la
escena y las luces artificiales se empezaban a notar cuando comencé las
pasadas. Fue mi primer entrenamiento fuerte desde hace más de dos meses.
A principio de Mayo
corrí el Campeonato Metropolitano de Pista en el CeNARD, luego vinieron dos
semanas de vacaciones y a continuación inicie la pretemporada de cara al
segundo semestre, lentamente semanas de mucho volumen y mediana intensidad se
fueron sumando. Pero ya llegó el momento de empezar a probar los motores y
hacerlo en una pista distinta fue un plus.
La superficie de
carbonilla no era lenta y su senda sin irregularidades se dejaba surcar con la
tranquilidad de no encontrar ni el más mínimo desnivel. Extrañamente no tenía
las clásicas marcas cada cien metros, me encontré en cambio a mitad de cada
recta con una línea que partía en dos al ovalo. Lo suficiente como para hacer
los intervalos de mil metros que tenía planeado. Al recorrer la recta principal
la vista se perdía en el agua y las barcas que la navegan uniendo ambas
ciudades, ya al tomar la primer curva me recibía el puente rebalsando de luces
de autos que ya querían llegar a sus casa, la recta opuesta era la más
solitaria y oscura, en ella la gran compañía era el viento en el pecho que se
hacía sentir y en la curva final asomaba el playón techado donde el futbol
dominaba, ajeno por completo al sudor que quedaba en el andarivel uno.
Con mi entrenador, Ezequiel Morales, y un amigo de la pista, Laurencio |
En general lo nuevo
motiva, esta vez no fue la excepción, si bien cuesta un poco volver a moverme
al límite después de tantas semanas, hacerlo en una pista brasilera le sumó un
incentivo, tan distinta y tan lejana pero a la vez tan igual a mí querida pista
de Lobos.”
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