miércoles, 25 de septiembre de 2013

La primera vez es diferente, Entrenamiento en pista en Brasil

Esto vivía allá por finales de Julio cuando recién estaba saliendo de la pretemporada:

“Se pretende que sean todas iguales, mismo largo en las rectas, mismo radio en las curvas, sin pendientes, con superficies similares. Pero por más que se lo intente, no se consigue. A los que nos gustan las pistas de atletismo las vemos a todas distintas, cada una con sus defectos y virtudes.
Hoy pise por primera vez la pista de la Universidad Federal Fluminense, emplazada a escasos metros de la Bahía de Guanabara, entré en calor viendo el atardecer sobre el mar, el puente que une Río y Niterói,  como por un tajo lo cruzaba de punta a punta. Lentamente las sombras fueron ganando la escena y las luces artificiales se empezaban a notar cuando comencé las pasadas. Fue mi primer entrenamiento fuerte desde hace más de dos meses.

A principio de Mayo corrí el Campeonato Metropolitano de Pista en el CeNARD, luego vinieron dos semanas de vacaciones y a continuación inicie la pretemporada de cara al segundo semestre, lentamente semanas de mucho volumen y mediana intensidad se fueron sumando. Pero ya llegó el momento de empezar a probar los motores y hacerlo en una pista distinta fue un plus.

La superficie de carbonilla no era lenta y su senda sin irregularidades se dejaba surcar con la tranquilidad de no encontrar ni el más mínimo desnivel. Extrañamente no tenía las clásicas marcas cada cien metros, me encontré en cambio a mitad de cada recta con una línea que partía en dos al ovalo. Lo suficiente como para hacer los intervalos de mil metros que tenía planeado. Al recorrer la recta principal la vista se perdía en el agua y las barcas que la navegan uniendo ambas ciudades, ya al tomar la primer curva me recibía el puente rebalsando de luces de autos que ya querían llegar a sus casa, la recta opuesta era la más solitaria y oscura, en ella la gran compañía era el viento en el pecho que se hacía sentir y en la curva final asomaba el playón techado donde el futbol dominaba, ajeno por completo al sudor que quedaba en el andarivel uno.
Con mi entrenador, Ezequiel Morales, y un amigo de la pista, Laurencio


En general lo nuevo motiva, esta vez no fue la excepción, si bien cuesta un poco volver a moverme al límite después de tantas semanas, hacerlo en una pista brasilera le sumó un incentivo, tan distinta y tan lejana pero a la vez tan igual a mí querida pista de Lobos.”

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