martes, 27 de agosto de 2013

Antes de competir en la Maratona Caixa da Cidade do Rio de Janeiro...



Mi primer carrera en el extranjero


Apagué el despertador a las 5 am, necesitaba 10 minutos más. Pero a las 6, al salir del edificio con mi entrenador, ya estaba casi despierto. Mientras íbamos pedaleando la fresca mañana brasilera me terminó de despertar y luego de cruzar la ciudad de Niterói nos embarcamos junto con las bicicletas para atravesar la bahía de Guanabara con destino a Río, el motivo; participar junto con 20 mil runners de la Maratona Caixa da Cidade do Río de Janeiro, la cual estaba formada por tres pruebas: los 42k, los 21k y los 6k. Estos últimos me iban a ver en la línea de largada.

La primer carrera del semestre siempre genera el interrogante de a qué nivel nos encontramos en competencia después de un largo periodo alejado de las pruebas, pero a esta le sumaba el evaluar mi desempeño fuera del país, entre atletas de otro idioma, sin encontrar caras conocidas. Sin embargo sentía la serenidad que da entrenar consistentemente, saber que se hizo lo mejor que se podía y solo queda largar.
El viaje en barca llevó menos de 15 minutos y luego de un corto tramo en bicicleta llegamos a las 7 am al lugar de la carrera. Teníamos toda una hora para la largada de los 6k, siempre prefiero esperar a correr y "no llegar a las corridas". 

La magnitud del evento realmente me sorprendió. Los 42 y los 21k compartían el arco de llegada, mientras que los 6k tenían un arco propio que funcionaba como largada y llegada de la prueba, ambos estaban en el Aterro do Flamengo, un largo parque flanqueado por la playa de Flamengo a un lado y dos importantes avenidas al otro. Entre estos dos arcos se encontraba un gran palco de premiación, vistosas y amplias carpas de los auspiciantes y decenas y decenas de gazebos de running teams, todo muy bien provistos con colchonetas, camillas de masajes, mesas repletas de bebidas y comidas, realmente parecía que un pequeño pueblo había surgido de la noche a la mañana donde solo el running reinaba. 

De a miles se iba poblando con corredores que surgían de todos los puntos cardinales, de todas las edades y de todos los colores. Cada vez eran mas y mas; elongaban, trotaban, saltaban, sprintaban, de a poco se empezaba a sentir más fuerte el olor a la largada. Hasta el sol se daba cuenta y corría cada vez más alto haciéndose sentir sobre la piel, todos preparándose para los 6k. Ajenos a nosotros, ya luchando contra los kilómetros que se sumaban, desde el otro extremo de la ciudad se habían largado los 21 y los 42k y miles de atletas corrían hacía nosotros. Nuestro pueblo, que ya estaba muy nutrido, en poco tiempo estaría sobrepoblado.

Faltando unos veinticinco minutos también empezaron a moverse mis piernas, el sueño hacía tiempo que se había ido y a los pocos minutos de trotar ya solas querían aumentar el ritmo. Las sensaciones eran buenas y los últimos minutos se consumían veloces. Terminé mi entrada en calor con un amigo que me dio el running en Brasil, Laurencio. Sin duda se merece un post aparte, solo diré de él para presentarlo como atleta que ganó la maratón de Sevilla con 2 horas 11 minutos. Luego de unos últimos alargues Laurencio me pidió que lo siga, saltamos la valla y quedamos en 2da fila a unos pocos minutos de largar la carrera. Atrás mío se sentía el aliento de ocho mil personas ansiosas por salir a disfrutar de esa hermosa mañana carioca a lo largo de seis kilómetros. Las primeras líneas estaban llenas de cuerpos atléticos que emanaban tensión a medida que los segundos se consumían. Logre bajarme del frenesí un momento y disfrutar lo que estaba viviendo, había viajado miles de kilómetros, hacía semanas que estaba fuera de mi casa, quería sentir eso, una línea de largada totalmente distinta, donde no conocía a casi nadie, ni siquiera entendía bien las palabras de alientos previas, donde todo era nuevo y distinto, quería probarme en otro ambiente. Respiré muy profundo, contuve el aire, siete, lo expulsé sereno, seis, relaje las piernas, cinco, llevé mi mano derecha al reloj, cuatro, enfoque la mirada muy a lo lejos, tres, donde la recta avenida se perdía, dos, incline mi pecho hacía adelante, uno, tensé mis piernas, cero! Y salí despedido detrás de Laurencio. 


El primer paso estaba dado, a partir de allí se los contaré en el próximo post.

Ezequiel Brahim

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