Ya dejamos atrás la
playa y la pendiente es bien marcada, corremos por la bici senda flanqueados
por la pared del morro a un lado y los autos que nos pasan a toda velocidad al
otro. De a poco vamos ascendiendo y comenzando a ver la hermosa bahía tachonada
por las luces de algunos veleros. Hace doce horas me estaba subiendo, con sueño
y frío a un avión en Ezeiza y ahora siento la transpiración invadir mi pecho,
mi primer entrenamiento en Brasil va en marcha y 50 minutos servirán para
aflojar las 3 horas de vuelo mas otras tanta de colectivo desde el aeropuerto Galeao
hasta la casa de mi entrenador en Niterói.
Vamos remontando la Estrada
Froes, una sinuosa calle que
recostándose sobre la bahía de Guanabara rodea al morro que separa Icaraí de
São Francisco, todo dentro de la ciudad de Niterói, a la cual la naturaleza
separó de Río de Janeiro por la bahía pero el hombre las unió con un puente de
14km conocido como Rodovia 101.
Cada tanto nos pasa
algún ciclista o alcanzamos a algún corredor, ya emprendemos la bajada a paso
suelto, son las seis de la tarde, hace poco ya que el sol se fue a dormir tras
los morros y el aire aún está cálido. Al bajar a la playa de São Francisco la
brisa del mar es una caricia, la marea está baja y podemos trotar sobre la
arena firme. Sobre el final del camino el yatingclub parece un erizo repleto de
los mástiles de los veleros, todavía se ven embarcaciones regresando a los
muelles. Promediando el entrenamiento volvemos sobre nuestros pasos y puedo ver
al Cristo iluminado o la silueta oscura y vertical del Pan de Azúcar, la vista
de la Cidade maravilhosa es imponente y vibrante, se la adivina llena de vida y
color.
Los pasos van solos,
la mente está demasiado concentrada en tanto para ver y sentir como para
enfocarse en el ritmo o el cansancio del viaje, solo me dejo llevar por el
entorno y la charla con mi entrenador es fluida; tenemos tres semanas por
delante para entrenar y disfrutar, casi siempre son sinónimos, pero en este
marco esa sinonimia se potencia. El final del viaje será la participación en
los 6k que forman parte de la Maratona do Río, una de las carreras más grandes
de la ciudad, que la atraviesa de punta a punta uniéndola toda al ritmo de las
zapatillas de running. Pero aún queda mucho por correr y por vivir hasta ese
día, mientras lo compartiré con ustedes en el blog, espero me acompañen en este
viaje. Saludos desde la tierra del samba, buenos entrenos y nos vemos pronto.
Ezequiel Brahim
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